"La infancia tiene sus propias maneras de ver, sentir y pensar; nada hay más insensato que pretender sustituirlas por las nuestras"
Rousseau
Para poner en práctica los consejos que nos dio Eva Ruiz en un post anterior, hoy te traigo la historia de una sesión fotográfica que fue preparada con sumo cuidado, esmero y dedicación y, llegado el momento, se convirtió en pura improvisación.
Te lo cuento para que no desesperes cuando el resultado de lo que habías imaginado para esa sesión dulce con dos niños adorables se transforma o, mejor dicho, no se parezca en nada a lo que habías imaginado. Así que, cómprate varios kg. de paciencia y adáptate a lo que quieran darte a partir del momento en que pones tu objetivo sobre ellos.
Tanto su madre como yo llevábamos días organizándolo todo. Al desplegar nuestro arsenal en la playa, la verdad es que sentí un poco de vergüenza porque la sensación era...ejem...que íbamos a acampar allí unos días...:)))
Inflamos un montón de globos, llevamos todo tipo de vestuario para los niños, una variedad de atrezzo que ni la revista Hola en sus mejores reportajes y, cuando ya estaba todo más o menos organizado....¡¡Antonio y Eva deciden que hay cosas mucho más divertidas que hacer en la playa que posar!! :(((
Los globos volaron a los cinco minutos de empezar, Eva dijo que no quería hacerse fotos y salió corriendo con el único globo que nos quedaba. Antonio comparó la sesión de fotos con ir al médico y dijo que preferiría jugar al fútbol.
Así que....ante esta situación...inspiré fuerte y...¡¡cuerpo a tierra!! Directamente me tiré al suelo y me emborricé como una croqueta para que la sesión pudiera dar algo de sí. Así pude conseguir estas imágenes:
¿Has tenido alguna experiencia como ésta? ;)
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